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Para revisar la educación pública y privada, el currículo, el rol de docentes, las relaciones entre alumnos y familias; y muchos otros aspectos partiendo del ideario montessoriano. ¡Con recursos para matemática, ciencias, artes y otras áreas del conocimiento!

En las últimas décadas, la escuela tradicional estuvo atravesada por innumerables reformas que apuntaron sobre todo a las metodologías, los saberes y la evaluación, es decir, a cómo y qué enseñar y a cómo intuir si hubo aprendizaje.

Sin embargo, se mantienen desde su creación ciertos núcleos duros propios de la institución escolar, que permanecen inamovibles desde el siglo XIX, pero están destinados a niños que deben desempeñarse en el siglo XXI.

María Montessori: (...) la importancia de la educación es enorme, porque el hombre posee mucho más de lo que sabe y mucho más de lo que puede disfrutar. ¡Lo tiene todo! Debe aprender a apreciar lo que tiene y a disfrutar lo que ya posee (2014)

La doctora Montessori, en 1907, inició una propuesta educativa para la educación formal que rompió con varios paradigmas propios de la escuela:

  • La clasificación por edades y la homogeneidad, apuntando a aulas heterogéneas.
  • El aprendizaje a partir de los sentidos, entendiendo que los niños de 0 a 6 años aprenden por medio de su percepción sensorial; este aprendizaje se extiende a los niños de 6 a 9 años y coexiste con la adquisición de la abstracción.
  • Un niño capaz de concentración, trabajo, silencio y quietud, trascendente, que nos plantea una mirada diferente hacia el niño que hoy vemos ansioso, desconcentrado, torpe en su motricidad y desmotivado.
  • Un adulto con bajo nivel de intervención y mucha capacidad de observación.
  • Un ambiente preparado por el adulto, con muchas situaciones de aprendizaje y desarrollo dispuestas al alcance del niño para que trabaje en libertad y en el que este último se mueva libremente.
  • Una atención especial al desarrollo de la autonomía del niño, poniendo el acento en el autocontrol.
  • Materiales diseñados con propósitos claros y despojados de adornos innecesarios para que el niño focalice su atención.
  • Trabajo libremente elegido por el niño, con el que se mantiene ocupado en el lugar que elige y por el tiempo que elige.
  • Confianza en la capacidad del niño de autoconstruirse.

En 1907, María Montessori inauguró su Casa de los Niños y asombró a su entorno porque los niños aprendían no solo a leer y a escribir a temprana edad, sino también normas de cortesía, higiene e independencia.

A partir de la medicina, observa sistemáticamente al niño, y llega a conclusiones que en su tiempo no había manera de verificar; pero hoy en día, cada una de sus intuiciones se comprueba a través de los avances tecnológicos de las neurociencias.

María Montessori: (...) te sorprenderás si te digo que la mayor parte de lo que tú llamas “juego” en realidad es trabajo. Los adultos consideramos al juego como una ocupación sin propósito que da a los niños felicidad (...) la mayoría de los adultos no comprende su trabajo (...) un niño siempre está ocupado en su desarrollo (...) los niños prefieren trabajar a jugar.

La nueva mirada de María Montessori no es solo metodológica, sino una perspectiva filosófica y pedagógica que involucra los espacios, los tiempos y la organización escolar, la concepción del niño y del conocimiento y el rol del adulto. Pero, sobre todo, el fin último de la educación: con una vida atravesada por los conflictos bélicos, se atreve a proponer una escuela que eduque para la paz y la tolerancia hacia la diferencia, un ambiente que sea ejercicio cotidiano de democracia y libertad.

María Montessori: (...) Si la educación debe ser una ayuda para la civilización, no puede ser llevada a cabo vaciando a las escuelas de conocimiento, de carácter, de disciplina, de armonía social y, sobre todo, de libertad. La educación de este modo, se convierte en un problema trascendental...

Cada una de las palabras destacadas constituye el fundamento de la perspectiva montessoriana, centrada sobre todo en la transformación que puede hacer la escuela en función de una sociedad pacífica, respetuosa y solidaria.

Es frecuente la idea de que la pedagogía Montessori se circunscribe a espacios físicos de lujo y materiales específicos para una población de elite. Sin embargo, lo que caracteriza la perspectiva montessoriana es una serie de criterios fundamentados en la observación seria y sistemática del niño, con materiales muy bien pensados y un adulto muy preparado en un ambiente diseñado para sus necesidades. Es decir, “la escuela de siempre”, la tradicional, puede enriquecerse mucho con esta perspectiva, respondiendo así no solo a las necesidades reales del niño sino a las de un mundo complejo, en el que la autonomía tiene un valor enorme, que se ejercita en un ámbito de libertad, con límites y con una comunidad en la que prevalece la colaboración por sobre la competencia y el respeto a la diversidad por sobre la homogeneidad.

María Montessori: (...) La estructura de la educación debe estar basada en los siguientes hechos: que la alegría del niño está en lograr cosas buenas para su edad; que la satisfacción real de un niño es hacer el máximo esfuerzo en la tarea que realice; que la felicidad consiste en una actividad bien dirigida del cuerpo y la mente…; que la fuerza de la mente, el cuerpo y el espíritu es adquirida por el ejercicio y la experiencia y que verdadera libertad tiene como objetivo el servicio a la sociedad y a la humanidad.

Sigue sorprendiéndome hoy de que una pedagoga lo haya entendido tan claramente a principios del siglo XX y sea una propuesta oportuna para la cultura contemporánea. En muchas ocasiones nos hemos interrogado si la educación Montessori es para todos.
 

Sugerencias prácticas

  1. Revisar no solo el espacio físico para quitar todo elemento distractor: cortinas, guardas, alfombras, carteleras, adornos; la naturalización del espacio escolar es tal, que muchas veces no vemos que sobre nada; sugiero dejar el espacio disponible totalmente vacío, adecuarlo para lograr una caja neutra, y luego ir diseñando cada espacio según sus propósitos.
  2. Probar otras agrupaciones posibles a la tradicional clasificación por edades, por ejemplo, mezclando niños de 3, 4 y 5 años en determinados momentos del día, o en determinados proyectos. Observar con detenimiento las ventajas y desventajas que ese agrupamiento produce, prestando atención a las actitudes de solidaridad y ayuda mutua que se generan entre los niños.
  3. Destinar las primeras semanas del curso escolar a trabajar de manera sistemática, las normas propias del ambiente. Diseñar situaciones variadas de libre elección de actividades, para ejercitar en el niño el hábito de buscar lo que necesita, trabajar y guardar.
  4. Establecer diferentes momentos de desplazamientos libres en el ambiente: trasladar sillas, mesas, bandejas, jarras, tijeras, caminar por circuitos, caminar con lentitud, transportar objetos frágiles o muy pequeños.
  5. Pensar circunstancias para que los niños puedan elegir: el espacio para trabajar; la actividad que realizarán; si trabajarán solos o en pequeños grupos. La autonomía es un proceso y su adquisición necesita práctica y ejercitación.
  6. Mantener el silencio absoluto o la quietud del cuerpo en tiempos cada vez más crecientes, en función de desarrollar la capacidad de concentración y atención.
  7. Mostrar el modo de utilización de cada una de las actividades que se ofrecen en el ambiente.

María Montessori: (...) Quédense al margen, manténganse en silencio, no les digan ni una sola palabra a los niños y no hagan el más mínimo ruido. Aquí los niños se encuentran en su propio mundo, tan solo observen simplemente mirando, no juzguen, corrijan o enseñen.

 

Fuente: Fragmento extraído de "La pedagogía Montessori, una posibilidad para todas las escuelas"
Autora: Graciela Heguy