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Este libro, dirigido en principio a los profesores de educación física, desarrolla conceptos útiles también para otros docentes que, aunque provenientes de otras áreas, se preguntan qué dice el cuerpo cuando habla el idioma de los gestos, de las actitudes, de los sentimientos, cuando se manifiesta en determinada apariencia o conducta.
Alicia Grasso expone la contradicción en la formación de la mayoría de los profesores entre la idea teórica de cuerpo y el uso que se hace de éste en la práctica, y se abre a la reflexión desde la pregunta: ¿Qué clase de cuerpo se forma en la escuela, el cuerpo saludable, el cuerpo útil, el cuerpo obediente?
A partir de este análisis, trabaja la noción de cuerpo como una unidad que abarca el físico, sentimientos, pensamientos e imagen corporal, brinda elementos para definir la corporeidad y ofrece una propuesta de actividades que apuntan a lograr aprendizajes innovadores.
PRIMERA PARTEReflexiones críticas sobre el concepto y el uso del cuerpo desde la formación docente hasta la práctica escolar
I. El cuerpo en la enseñanza de la educación física
- ¿Como aprende y cómo enseña el profesor de educación física?
- El cuerpo saludable
- El cuerpo obediente
II. Construyendo el concepto de corporeidad
- ¿Qué es el cuerpo?
- ¿Qué es la imagen corporal?
- ¿Hay un idioma o un lenguaje del cuerpo?
- ¿Hasta dónde llega el cuerpo?
III. Hacia un cuerpo inteligente en la escuela
- ¿Qué ocurre en la escuela?
- ¿Qué es la inteligencia?
- Identidad corporal
SEGUNDA PARTEPropuestas pedagógicas para la identidad corporal
IV. Aprendizajes innovadores
- Muestrario de actividades
El progreso del conocimiento ha modificado las concepciones sobre el cuerpo y la psiquis humanos y ha transformado todas las organizaciones sociales, especialmente las educativas.
Hoy es un hecho indiscutible que el cuerpo es esencial en la adquisición del saber del mundo, de la sociedad, de sí mismo y de la propia capacidad de acción y resolución de problemas.
Con el cuerpo y su movimiento las personas se comunican, expresan y relacionan, conocen y se conocen, aprenden a ser y a hacer.
La escuela, preocupada por la formación de personas íntegras, adoptó el concepto de corporeidad para lograr aprendizajes desde la relación con el cuerpo, y movimiento propio para la construcción de la identidad personal.
En la Argentina, la Ley Federal de Educación pauta lineamientos para educar desde la corporeidad, cita específicamente que la educación debe ser para la construcción y conquista de la disponibilidad corporal, síntesis de la disposición personal para la acción y la interacción en y con el medio.
Sin embargo, la realidad nos muestra que ni durante la etapa escolar, ni durante el resto de nuestra vida disponemos libremente de nuestro cuerpo. Actuamos e interactuamos sometiéndolo, copiando aspectos y modos que lo enferman, destruyendo su esencia en busca de la apariencia soñada.
En vez de construir nuestra corporeidad a partir de la identidad, la demolemos sistemáticamente persiguiendo el modelo cultural vigente. El paradigma corporal actual es un cuerpo pensado y usado como objeto utilitario, como máquina disciplinada para lograr éxitos. Conseguimos triunfos si alcanzamos y conservamos la fachada de salud que la sociedad instala, si seguimos los hábitos y adquirimos las cosas necesarias para parecernos a la imagen corporal estipulada.
Buscando el aspecto, los movimientos y el estilo requerido, trabajamos para la pertenencia social en detrimento de la identidad personal y tarde o temprano colapsamos. Nuestro cuerpo manifiesta casi siempre por medio de la enfermedad su protesta.
Nuestra corporeidad es otra, es diferente, es única. Construirla y conocerla es tarea diaria.
En la medida en que reconocemos la unidad de nuestra esencia física y mental, en que distinguimos la representación que tenemos de nuestro cuerpo y el porqué de la misma, en la medida en que registramos la relatividad de los rígidos conceptos imperantes cuando son confrontados con nuestra experiencia individual, empezamos a conquistar nuestra disposición corporal, comprendemos nuestra corporeidad, la cuidamos y defendemos. logrando por fin vivir en armonía con nosotros mismos.
La escuela debe brindar la oportunidad de identificar el cuerpo desde la mirada abarcativa de la corporeidad (todo lo nuestro que se ve, que se hace cuerpo).
En la escuela debe tener cabida la ocasión de reconocer qué cosas son pensamientos y sentimientos manifiestos en lo corpóreo, qué actitudes y qué prácticas cotidianas son la manera de mostrar o corporizar nuestra identidad.
Los docentes tenemos el compromiso de revisar nuestra tarea, de verificar desde qué idea del cuerpo propio y del de los alumnos educamos, hasta qué punto aplicamos el concepto global y complejo de la corporeidad humana como contenido escolar.
Contenido que no se limita a una asignatura, a un nivel o modalidad específica, como serían la educación física o artística, el nivel Inicial o Polimodal, el campo del psicólogo educacional o el del maestro de educación especial.
La corporeidad es un contenido común, cada docente desde su especialidad tiene una mirada distinta sobre el tema, por lo que es necesario encontrar los puntos convergentes.
¿Cuál es el punto de vista del docente de educación física?
Como representante de muchos, expongo mi punto de vista: creo que este problema no está resuelto. Desde mi formación hasta hoy, habiéndome desempeñado en los niveles inicial, primario, medio y terciario, he transitado por todo tipo de contradicciones y ambigüedades.
Me enseñaron una teoría y me formaron con otra.
Enseñé a veces como me enseñaron y otras siguiendo una lógica intuitiva; fui presionada y felicitada por el contexto porque mis alumnos se destacaron, mostraron habilidades cirqueras en fiestas de educación física y ganaron trofeos en torneos intercolegiales.
Sin embargo, al encontrarme con ellos años más tarde, no se acordaban de estos acontecimientos, recordaban momentos anecdóticos de las clases, en los que habían descubierto algo valioso de sí mismos dentro de una actividad novedosa.
Les quedaron, como aprendizaje significativo, cosas que yo ni recordaba ni me había propuesto enseñar.
Esta comprobación, compartida con la mayoría de mis colegas, nos lleva a suponer que hay uno o varios aprendizajes no resueltos en la educación física.
En este texto pretendo, desde las preguntas formuladas, reflexionar en voz alta y compartir diversas respuestas encontradas.
La primera parte del libro brinda un marco teórico donde se observan y critican la enseñanza y el aprendizaje corporal en la educación física.
A partir de la objeción al modelo didáctico, se desarrolla la conceptualización de corporeidad y su aplicación en la escuela.
En el primer capítulo, El cuerpo en la enseñanza de la educación física, se aborda esta problemática, cuestionando el estilo didáctico corporal que predomina en la clase diaria.
Se expone la contradicción en la formación de la mayoría de los profesores entre la idea teórica de cuerpo y el uso que se hace del mismo en la práctica, y se abre a la reflexión desde la pregunta: ¿Qué clase de cuerpo se forma en la escuela, el cuerpo saludable, el cuerpo útil, el cuerpo obediente?
En el segundo capítulo, Construyendo el concepto de corporeidad, se busca elaborar la noción de cuerpo como una unidad que abarca el físico, sentimientos, pensamientos e imagen corporal.
Allí se plantea que, a partir de comprender que mi cuerpo es mi vida, se reconocen las señales, los signos, el significado y el significante del idioma corporal y se vislumbra el alcance del cuerpo prolongado en el espacio y el tiempo.
El tercer capítulo, Hacia un cuerpo inteligente en la escuela, se aventura sobre la orientación constructivista de aprendizaje significativo y plantea como cuestión: ¿qué es la inteligencia?
Pensando en una inteligencia corporal apoyada en el enfoque de las inteligencias múltiples, se fundamenta el concepto de identidad corporal como eje en el trabajo escolar.
La segunda parte del libro es una propuesta de actividades de aplicación áulica basada en identificación corporal, con la intención de abrir un abanico de ideas que cambien la práctica diaria. De allí el nombre del cuarto y último capítulo: Aprendizajes innovadores
Este texto no está dirigido exclusivamente hacia el profesor de educación física; si bien se detiene en los saberes de esta especialidad, los fundamentos que desarrolla son útiles para cualquier docente que se pregunte:
¿Estoy enseñando o disciplinando?
¿Qué es el cuerpo para mí y cómo considero el cuerpo de mis alumnos?
¿Qué dice el cuerpo cuando habla el idioma de los gestos, de las actitudes, de los sentimientos, cuando se manifiesta en determinada apariencia o conducta ?
¿Puede este aprendizaje específico que intento enseñar tornarse significativo desde la corporeidad?
Bienvenidos a la lectura de esta propuesta.
Alicia Esther Grasso
Maestra Normal Nacional, Maestra y Profesora Nacional de Educación Física, y Licenciada en Actividad Física y Deporte. Trabajó en jardines de infantes, colonias de vacaciones, clubes deportivos, escuelas primarias, secundarias, institutos terciarios y universidades impartiendo cátedras de educación física, psicomotricidad, juego y expresión corporal. Ha dirigido a lo largo de once años el Centro de Investigaciones Educativas Nº 3 dependiente de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, impulsando, evaluando y supervisando proyectos educativos. Actualmente se dedica a la capacitación e investigación en la temática de la corporeidad. Ha escrito varios textos en relación a su área de investigación. Entre ellos pueden citarse El aprendizaje no resuelto de la educación física: la corporeidad (Buenos Aires: Novedades Educativas, 2001) y Construyendo Identidad Corporal: la corporeidad escuchada (Con la colaboración de Beatriz Erramouspe. Buenos Aires: Novedades Educativas, 2005).
Título: Aprendizaje no resuelto de la educación física, El